Cupones Y Descuentos
Muchas personas consideran que las tarjetas de presentación son un terreno exclusivamente reservado a los profesionales y los hombres de negocios. Aunque este es el uso tradicional de las tarjetas, hay una diversidad de circunstancias en que las tarjetas podrían y deberían presentarse. De hecho, en toda ocasión en la que se produce un intercambio de datos personales como teléfono o email, este intercambio es más prolijo si se realiza mediante tarjetas de presentación.
Entre las ventajas que nos dan las tarjetas, podemos mencionar:
1.Constituyen una forma de hacer publicidad. Ahora bien, cualquier aviso publicitario puede tener alguno o varios de estos tres objetivos: informar, persuadir y recordar. Un aviso sirve para informar cuando da a conocer detalles sobre un nuevo producto, persuade cuando incita a los posibles clientes a comprarlo y recuerda cuando trae a la memoria una marca que ya conocemos, con el objeto de que este recuerdo permanezca siempre a mano y sea usado cuando una nueva ocasión de compra surja.
Todo esto es posible cuando usamos la tarjeta de presentación como herramienta publicitaria. En primer lugar, la tarjeta da información sobre nosotros mismos: quiénes somos, qué hacemos, cuál es nuestro puesto de trabajo y para quién trabajamos, o simplemente a qué nos dedicamos en el plano personal (para tarjetas personales que no son de negocios). En segundo lugar, busca persuadir al destinatario de que somos la persona que él o ella necesitan para cierta actividad, para que les brindemos un servicio o para desempeñar un trabajo. Por último, sirve como elemento de recordación una vez que dejamos de estar en presencia del receptor de la tarjeta. Es una extensión de nuestra persona que le recuerda que puede llamarnos cuando nos necesite, ya que el contacto queda al alcance de su mano.
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2.Hemos dicho que la tarjeta de presentación es una extensión de nuestra persona. De hecho, es parte de la imagen que damos. Otras partes de nuestra imagen son la forma en que vestimos, la ropa que usamos, nuestro peinado y la forma de hablar y conducirnos. En cuanto a la tarjeta, su diseño, los colores y tipos de letra usados y la presentación general ayudan a reflejar el tipo de persona que somos y cómo queremos que nos vean. Por ejemplo, el uso de colores cálidos y una tipografía moderna darán una idea de una persona más extrovertida e informal (aunque no por eso menos seria) que la utilización de tipos de legra antiguos y colores oscuros como el azul naval, el verde oliva o los tonos en grises. Cada combinación sirve para un propósito distinto y todo tiene que estar en línea. Es decir, debe existir coherencia entre nuestra forma de vestir y de hablar, nuestra profesión y los elementos gráficos que nos caracterizan, típicamente la tarjeta personal.
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